domingo, 5 de junio de 2011

AUTOEVALUACIÓN DEL TALLER

FUE UN PLACER COMPARTIR CON USTEDES TANTAS EXPERIENCIAS PARA ENRIQUECER MI HACER DOCENTE.
CADA UNO DE NOSOTROS HAGAMOS UN ANALISIS DE NUESTRO TRABAJO EN EL TALLER Y CADA QUIEN EVALUE SU DESEMPEÑO, YO COMO COORDINADORA DEL MISMO TENGO QUE EMITIR UNA EVALUACIÓN , PARA MI TODOS DE ACUERDO A SUS COMPETENCIAS HICIERON UN ESFUERZO UNOS MAS QUE OTROS POR SACARLO ADELANTE DE ACUERDO A SUS INTERESES.
GRACIAS A TODOS .  UN ABRAZO.

COMPARTO UN ARTICULO  QUE ME PARECIO PERTINENTE PUBLICARLO EN EL BLOG.

LA IDENTIDAD DEL DOCENTE EN EL SIGLO XXI

En una visión a largo plazo, la formación de los maestros no sólo es asunto central para mejorar la Educación sino constituye el mecanismo fundamental para reoxigenar el Sistema Educativo: los nuevos maestros no son sólo sustitutos de los que mueren o se jubilan, son la vía por la que el Sistema renueva sus prácticas, cuestiona sus tradiciones, acepta nuevas visiones teóricas, se abre al conocimiento y se revitaliza.

En este México empobrecido en donde la sobrevivencia ha llegado a ser la preocupación más latente de todos los habitantes, país de intensos trabajos y escasos recursos, y de mermadas oportunidades.

La profesión del maestro tiene muchos rasgos  oscuros. Como  la corrupción en el medio magisterial, pues hay reglas de juego poco edificantes, simulaciones a las que hay que resignarse, abusos que hay que callar aunque molesten y poderes nada éticos con los que hay que transigir.

Es difícil hablar del maestro y de su formación, pues en realidad hay muchos maestros y son innumerables sus perfiles y sus experiencias de formación. Pero es inevitable generalizar, a sabiendas de que carecemos de suficientes evidencias para demostrar que la imagen promedio que presentamos es justa y acertada.

Visto estructuralmente, el sistema de formación y actualización del país es complejo y heterogéneo: intervienen en él instituciones muy diferentes: Escuelas Normales de diversos tipos, Universidades Pedagógicas con variados programas, instituciones Universitarias, Centros de Maestros, Centros de Actualización del Magisterio, Sistemas a distancia, Dependencias Federales y Estatales, Instituciones Privadas.

El carácter de Enseñanza Superior que se dio a la formación magisterial desde 1984 está muy lejos de haber tenido un efecto real en sus concepciones curriculares y sobre todo en los procedimientos académicos internos que debieran asemejar esta formación a las demás carreras universitarias.

En respuesta a las demandas del magisterio, el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica y Normal (ANMEB) incorporó en 1992 como uno de sus componentes fundamentales la renovación de la formación docente, y desde hace cinco años se puso en marcha el Programa para la Transformación y el Fortalecimiento Académicos de las Escuelas Normales, así como el Programa Nacional para la Actualización Permanente de los Maestros de Educación Básica en Servicio (Pronap), ambos con objetivos y alcances bastante limitados.

En suma, nuestros modelos de formación y actualización magisterial muestran síntomas de agotamiento, dispersión y, en cierto sentido, de derrota. El proceso de reforma de las normales es en la práctica muy débil; la UPN no acaba de encontrar su lugar y desempeña funciones de docencia e investigación escasamente pertinentes a sus propósitos originales; y los maestros (con notables excepciones de grupos que trabajan clandestinamente por superarse) están desarmados pues, como ha dicho un investigador (Alberto Arnaut, 1996: 243), el SNTE les ha expropiado sus derechos profesionales  monopolizando las iniciativas de renovación y con frecuencia subordinándolas a intereses ajenos a su objetivo. No hay aún consensos sobre los caminos que debamos emprender en el futuro en esta materia ni un claro liderazgo de parte de las autoridades.
Desde su presentación (2008) por la cúpula del Sindicato Nacional de los Trabajadores de las Educación (SNTE) la llamada Alianza por la Calidad de la Educación fue señalada como producto de una imposición al Gobierno Federal por la Presidencia del Organismo Gremial. Los señalamientos más severos son que procede de un principio vertical o coercitivo; que no es producto del diálogo entre los protagonistas de la Educación; que incluso pasa por encima del Plan Sectorial de Educación 2007-2012; por lo que su verdadero objetivo es Político y no Educativo. Por otra parte organismos internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) celebraron su aparición, ignorando estos organismos internacionales  que no es producto de una política pública sino de una propuesta sindical más preocupada por mantener su coto de poder que contribuir con el desarrollo educativo nacional.
Como podrá observarse la Alianza por la Calidad de la Educación, no es un instrumento de Política Educativa Nacional, sino un documento que hace honor a la retórica del cambio, donde los apóstatas de la Educación aparecen como apóstoles.
Hay un cierto consenso en que, “sin la voluntad de los profesores de asumir el protagonismo que les compete” (Muñoz-Repiso, 2002:176), poco pueden hacer las imposiciones externas o los incentivos económicos. Desde los estudios de Jennifer Nias (1981), el compromiso del profesorado ha sido considerado como un factor crítico para la mejora de la enseñanza. Suele distinguir a los enseñantes que tienen la enseñanza como un mero trabajo, de aquellos otros que se preocupan y apasionan con la labor que pueden desempeñar con los alumnos. En este sentido es un atributo definitorio del buen profesor. Refleja el punto donde se une lo racional y lo emocional.
Dado que la enseñanza es un profesión compleja, obligada a atender múltiples demandas, para mantener la energía y el entusiasmo en el trabajo, los profesores necesitan mantener el compromiso y la pasión por el trabajo (Day, 2006). Desempeña un papel de primer orden en conseguir los objetivos y misiones de la escuela, incrementar el profesionalismo docente y responder mejor a las demandas de los clientes (Park, 2005). Por su papel para mejorar la calidad de la educación, debe ser resueltamente reconocido y reforzado.


Tomando el propósito central del Plan de Estudios es que el estudiante adquiera los rasgos deseables del perfil de egreso del maestro de educación especial. Es decir, que obtenga un conjunto de conocimientos, competencias, habilidades, actitudes y valores que le permitan ejercer la profesión docente con calidad y con un alto nivel de compromiso, a fin de dar una respuesta educativa adecuada a las necesidades específicas que manifiestan los alumnos con discapacidad, así como a las de quienes presentan necesidades educativas especiales derivadas de otros factores. Asimismo, se pretende que el estudiante desarrolle la disposición y la capacidad para el aprendizaje permanente, basándose en la propia experiencia y en el estudio sistemático.
 Day (2006) afirma que

“el compromiso del maestro está íntimamente relacionado con la satisfacción en el trabajo, la moral, la motivación y la identidad, y sirve para predecir el rendimiento del trabajo, el absentismo, la aparición del síndrome del quemado y los cambios de lugar de trabajo, además de tener una influencia importante en el rendimiento de los alumnos y sus actitudes con respecto a la escuela” (pp. 77-78).

Ser un profesor apasionado, que ama su trabajo, no es, pues, algo que tienen algunos profesores, sino aquello que forma parte esencial de un buen enseñante. Por eso, una enseñanza efectiva requiere una implicación intelectual y afectiva de los profesores, que deben poner en acción sus competencias profesionales. El compromiso es la apasionada determinación en la práctica de unos valores, propósitos morales y creencias que aportan significado y energía a la vida y que contribuye a la realización personal y profesional.

El cambio en el siglo XXI es crear escuelas que aseguren, a todos los estudiantes en todos los lugares, el genuino derecho a aprender. Esto implica una nueva política, informada por el conocimiento de cómo las escuelas mejoran y, a la vez, capaz de movilizar las energías de los centros y coordinar los distintos componentes del sistema. Como reclama Linda Darling-Hammond (2001) “a mi modo de ver, esta tarea nos exige un nuevo paradigma para enfocar la política educativa. Supondrá cambiar los afanes de los políticos y administradores, obsesionados en diseñar controles, por otros que se centren en desarrollar las capacidades de las escuelas y de los profesores para que sean responsables del aprendizaje y tomen en cuenta las necesidades de los estudiantes y las preocupaciones de la comunidad” (p. 42).

Las presiones y apoyos de la Política Educativa desde arriba y las energías de abajo se necesitan mutuamente. Si es preciso crear visiones de las metas a alcanzar, y estándares que definan el progreso en su consecución, recíprocamente la Política Educativa se debe poner al servicio de asegurar los conocimientos y habilidades del profesorado para que los alumnos alcancen altos niveles de comprensión en el aprendizaje. En último extremo, cualquier propuesta de mejora será efectiva o no según el conocimiento, habilidades, compromiso y motivación de los que trabajan en las escuelas; y de los recursos con que cuentan para llevarlos a cabo.
Quiero finalizar este trabajo, con unas palabras de Mercedes Muñoz: “La certeza de que los profesores son los responsables de los procesos educativos de los centros y de que, por tanto, es preciso apelar a su ‘creatividad pedagógica’, es lo único que puede devolver a la profesión docente su dignidad y su interés, y a las escuelas, su capacidad para llevar a cabo su misión".(Muñoz-Repiso, 2001:72). En fin, la conclusión más importante es que las escuelas pueden mejorar. Cuando los profesores se erigen en protagonistas, recuperan su profesionalidad y su ilusión y se unen para trabajar, los problemas no desaparecen, pero se afrontan de otro modo y se produce un cambio. 

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